domingo, 29 de marzo de 2009

Entrevista Laboral

Llego 20 minutos antes de la hora indicada por mi entrevistador, pero no entro a la empresa, porque leí no sé en donde que hay que ser puntual pero no ir con tanto tiempo de anticipación, entonces para hacer tiempo leo una vez más el aviso, creo que me lo sé de memoria pero igual hay que hacer tiempo... El tipo que me entrevista se llama Daniel o me hace la entrevista otro o no sé. ¡Cómo puede ser que transpire tanto!, eso me preocupa, no puedo entrar así todo chivado, y me decido entonces a cambiarme en plena calle la camisa, por suerte no es muy transitada, y yo me visto a una velocidad increíble, si alguien del libro de los records andaba por ahí conseguía laburo: “El hombre que se cambia de camisa más rápido del mundo”. Pero les pagarán bien a los tipos que se comen 70 huevos duros en 1 minuto o a los que conviven horas con serpientes y escorpiones venenosos… yo no sé, pero otra vez estoy transpirado. Me anunció finalmente en la puerta, el de seguridad me pregunta si es la primera vez que vengo y yo le digo que sí (espero que no sea la última pienso). Al fondo a la derecha me dice y voy esperando que no me haya mandado al baño. Camino veo algunos autos alemanes y que ni cortándome el brazo voy a tener. Entro y me anunció ante una de las recepcionistas más lindas del mundo. Si estuviera Pancho Dotto me daría su confirmación, pero enseguida se rompe la ilusión cuando tengo que repetirle como mínimo tres veces mí apellido: - No, no es M-A-G-N-O, le deletreo, y me dice “Ok”, llama al interno y escucho que lo pronuncia como el ojete como le parece a ella y no respetando ni las letras ni la gramática ni a mi, ni nada. Ya no es tan linda. Creo que la relación con la recepcionista se acaba de terminar. Es una pelotuda.

Me dicen que espere y espero. No tengo apuro para nada, podría estar hojeando esas revistas de moda toda la tarde, total soy un desempleado, total mi tiempo no vale, total… ¡pero la reputa madre qué falta de respeto!, me dijeron a la una y a la una estuve, ya pasó media hora y estoy como un flor de gil viendo moda de europea y no entendiendo como esos diseños de fumadoras de Cannabis le llaman “alta costura”,por favor quién se puede poner eso… Buenas tardes Nicolás, me dicen, si que tal buenas tardes ¿Daniel?, si, si, por favor pasa por acá. Voy detrás de él y me invita a pasar a una mesa con sillas de diseño palermitano que se encuentran en el salón de ventas para clientes mayoristas, según intuyo porque está lleno de viejas conchetas viendo ayudadas por chicas que les hacen llevar lo que ellas quieren.

Nos sentamos.

Daniel: -¿Cómo estas, bien?. Daniel parece el jefe de recursos humanos, camisa y pantalón impecable, alto, cara de garca, pero amable en su trato.

Nicolás: - Bien muy bien.

Daniel: - Bueno Nicolás contame un poco de vos…

Es una pregunta muy amplia, podría decir que me gusta jugar de ocho en el fútbol, que no hay nada más grande sobre la faz de la tierra que beber fernet con coca y una picadita viendo al Racing de Avellaneda o que me gustaría ser amigo de Vito Corleone para cagar a tiros a unos cuantos y que en realidad si fuera amigo de Vito sería jefe de él o dueño de la empresa, pero no, le empiezo a contar:

-Yo trabajé durante cuatro años en Piggy y estaba en el sector de créditos y cobranzas, realizaba conciliaciones de cuenta, cobranzas a los clientes mayoristas y exclusivos. También ordenaba el archivo y facturaba a los clientes con el sistema Puma( Eso que querías escuchar ¿no?, lo decía en el aviso, querías que diga Puma, PUMA)

-¿Con el sistema Puma?

-Si con el sistema Puma realizaba la facturación de los clientes, tiraba estadísticas de ventas y demás opciones para el perfil de usuario que era básicamente de facturación.

-Ah bien, mira te comento como es la propuesta…

Me dijo cómo era el laburo, qué responsabilidades tenía y que esperaban de mí. Parece que di una buena impresión. Eso pasa hasta que me conocen. Me voy, lo saludo con un firme apretón de manos (eso también lo leí en algún lado: “Hay que saludar y despedirse con seguridad y mirando a los ojos”).

-Muchas gracias Nicolás.

-Muchas gracias a vos.

Camino unas cuadras y me suena el celular, es Daniel y me dice si mañana mismo puedo hacer el psicotécnico, le digo que si, y me pasa la dirección. Me entusiasmo porque es un paso grande, puede que ya esté adentro de la empresa, que luego de tanto tiempo consiga alguien que me explote, ¡Por fin! Alguien que tenga la magnifica posibilidad de extraerme plusvalía, de sacarme con toda fiereza mi fuerza de trabajo.

Pero la felicidad no dura mucho. Eso lo aprendí desde que soy hincha de Racing. Mi cerebro solo puede pensar en cómo carajo será ese puto sistema “Puma”.