martes, 24 de septiembre de 2013

El perro anarquista


Hoy me llamo mi vieja y me dijo que Napo se había escapado. Napoleón se llama mi perro.

No le di importancia, siempre se escapaba y volvía en una hora o dos. Golpeaba la puerta con la pata y ladraba para  avisar que ya  había llegado, que ya había hecho su recorrido, que los dominios estaban en orden, que podía quedarse tranquilo y volver a su trono.

Pero hoy no volvió.  Y entonces me queda lo de siempre, lo inherente y que nos hace humanos: recordarlo. Por el principio, tal vez para ordenar lo anárquico, lo impredecible, lo extraño de ese animal que nunca logré entender.
En la pequeña jaula, el mandaba. Gruñía, mordía, toreaba, a los pequeños perros abandonados, que además de cargar con esa condición, debían soportar la fiereza del descarriado raza calle más chiquito que ellos, que con su prepotencia lograba obtener la mitad de la jaula a su merced, marcar su territorio a fuerza de convicción en sus posibilidades. Era 2002 y me lo lleve de la veterinaria que los regalaba. Me gustó su actitud y la idea de normalizarlo. También creo que me compadecía de sus compañeros de jaula, estoy seguro que me han agradecido ese gesto.

Lo llame Napoleón. Mi bautismo, luego de mucho meditarlo, tuvo que ver con las características de este animal que creía ser de grandes proporciones, extremadamente fuerte, que siendo cachorro se lanzaba a pelear con perros adultos, con humano adultos, con todo lo que se interpusiera ante él. Tenía una confianza absoluta.  Pero era flaco, desgarbado, no muy agraciado, para decirlo claramente: era feo. Dije era.  Y Ya lo extraño.  Cómo el histórico, el emperador francés que según se decía era petiso y gordo, proveniente de una familia acomodada venida a menos y de Córcega, cuestión que no era honorable, como un perro de la calle para la élite francesa. Sería luego emperador, sería Napoleón I y se coronaría el mismo, no lo haría el Papa que masticaba rabia espiritual mientras ya empezaba a conspirar.Y se sabe que para ser emperador hay que primero creérselo. Y se sabe que el trabajo de los sumos pontífices sólo consiste en conspirar.

 Nunca pude hacerle entender que no debía robar comida, que su método de asaltar la mesa en medio del pánico de los comensales,  no era el mejor; que la ropa tendida no era para que la haga mierda; que tenía que respetarme porque yo era su dueño, era la autoridad; que era necesario que se comporte bien, porque mi vieja lo quería desterrar; que ya estaba grande para comportarse como un pendejo; que para la convivencia con humanos  se tenía que bañar y tener un collar. Dos cosas que nunca logré. Nunca lo pude bañar, no pude ponerle un collar, tal vez el símbolo de la opresión perruna, de la propiedad. Y él era anarquista. Libre. Maldito. Yo nunca lo pude comprender. A veces al punto de odiarlo.

Pero nos queríamos. Cuando yo le acariciaba atrás de las orejas, él me miraba y me mostraba su pequeño pasado de hambre y su trauma con el agua. Un humano quiso ahogarlo.  Cuando dejaba de rascarlo, me ordenaba seguir, con su cabeza buscando mis manos, hasta que se cansaba e inevitablemente se dirigía a mandarse alguna cagada. ¡No Napoleón! Fue la frase que más escuchó en toda su vida.   

Lamento no haberte enseñado algo. Por lo menos, me hubiera gustado que supieras que no tenías que escaparte de la casa. Hacerte entender que ese era tu dominio, tu imperio, que debías respetar algún tipo de autoridad, que bueno, que en la vida hay que respetar las reglas. Siempre.

Cosas que no existían para vos. Intentos fallidos míos. Porque se sabe y ya no escupiré más certezas; que si hay algo imposible, es ponerle límites a un perro emperador y anarquista.

jueves, 18 de julio de 2013

Otra vez

Otra vez. Imposible.

Corrí con él a la par, unos diez metros, por el costado del área grande, forcejeando, casi llegamos a la línea de fondo, ya lo tenía medido: La patada sería desleal, sería el hombre más puteado de la cancha. Pero me importaba muy poco. Otra vez. Técnicamente imposible. El tipo frena donde la inercia y las leyes de la naturaleza afirman que no, no se puede, no se debe. Su cuerpo levemente llegando a los cuarenta y cinco grados va hacía adentro. Yo, hace milésimas eternas de segundo, que estoy pensado como los miles que están en el estadio, que ese mortal, no llega, que se le escapa, que no puede ser, que pasó, que llegó, otra vez y me dejó como un hombre mirando al sudeste. 

Otra vez. Engancha Orteguita y lo seguirá haciendo hasta el final de nuestros días.

martes, 9 de julio de 2013

Los argentinos moscas

El club Villa Tranquila no puede jactarse de su limpieza. Es un club de barrio, pequeño, amable, dominado por los viejos, con una cancha de bochas, un buffet, una cancha de fútbol cinco y mugre. Mucha. En cada rincón.
 Jamás, como hombre más o menos honesto, recomendaría un pebete de jamón y queso o una hamburguesa completa de la cocina del club. No quiero tener ese carga en mi vida. Podría decirles que en la comisión directiva, las moscas son las socias mayoritarias. Ellas sobrevuelan como una gran ejercito las instalaciones. Algún vez un viejo gritó, mientras jugaba su decimoséptima partida de truco y su tercer medida de Whisky, que ¿Por qué carajos las moscas no pagaban la cuota social mensual?
Rondan las moscas sin temor.Y entonces, a veces es mejor no recordar. Porque yo entré a la cocina, cuando Tita me hizo pasar a buscar un poco de hielo, para el golpe del Melli en la rodilla producto de una de la centenares llegadas a destiempo de Leo.

Hay cosas que debe uno olvidar y otras que conviene tenerlas siempre a mano. Como cuando el mocho un viejo del club, me explicó la teoría de la moscas. El octogenario afirmó con fervor etílico “Vio lo que pasa con las moscas… estás lo más tranquilo, viene una mosca y te empieza a joder, uno naturalmente la espanta con el brazo. Ella se va. Pero luego de un rato vuelve al mismo lugar, y es en ese sitio donde seguramente morirá… aplastada por nuestra torpe mano. En definitiva abatida por su propia estupidez”. Luego el mocho rememoró sus vivencias, como todo viejo. Pero conjeturó que los argentinos tenemos la misma lógica que las moscas y soltó su baranda a vino barato como así también sus verdades y heridas: "Yo recién escuché algunos muchachos que decían: “A estos negros hay que matarlos a todos”; “Que vayan a trabajar a su país”; “Acá nadie quiere laburar”; “Estos zurdos de mierda”… y cosas así que los ubican en el lugar más cómodo:la ignorancia más profunda y manifiesta, el encanto simplificador, totalizador del no pensamiento. A comprar la carne podrida de los grandes grupos económicos-periodísticos… no sé si me llegas a entender…”
-Sí, sí, creo que sí. Pero igual lo dicen en joda los muchachos…no les interesa mucho la política...
El mocho asintió con la cabeza. Pidió una medida de Branca.
Estaba apoyado sobre la mesa de naipes. Cerró lo ojos, meditó un momento con la mano en la barbilla y largó:-Puede ser...pero en definitiva sabotean a su propio país. Son como las moscas… que olvidan quién quiso dañarlas, que no reconocen la mano del enemigo y que por sobre todo, mi buen amigo, por sobre todo comen… comen mierda…

domingo, 16 de junio de 2013

ALLÁ ABAJO


 17-05-2013
No, acá no se queda, no y no. Dónde lo llevo, decime qué hago.
... No es mi problema, pero acá no se queda.
Implacable, el guardia se negaba a dejarme pasar con el reo.
Grité. Pero acaso no es aquí donde están los homicidas, pero acaso no es aquí donde están los hombres que han hecho del mal su vida, no es aquí donde la execración será castigada y el fuego eterno será su pena.
El guarda sonriente nos miró. Luego dijo burocráticamente; que efectivamente era allí. Y agregó: “Pero no somos tan malos, después de todo, hasta el mismo infierno, que tanta mala prensa tiene, es incapaz de albergar tanto odio”
Nos marchamos. Supe allí que mi tarea sería muy espinosa y que el camino que recorreremos será tal vez el castigo; de infierno en infierno, de puertas en puertas, de guardias en guardias, y rechazos tras rechazos. Buscando un infierno en el que por fin acepten a mi reo Jorge Rafael.

domingo, 3 de febrero de 2013

Toco y me voy por Radio Bit...

Los sábados de 17hs a 19hs por Radio BIT.
Conducen sin licencia: Sebastian Pujol y Pato Carlomagno.
Enviada especial por Latinoamérica: Paula Bonnet.
Producción: Cosa Nostra. 


Maradona; Sabina; Pujol; Puyol; Napoleón; Carlomagno; Iorio; Materazzi; Bonnet; Marley; Bob Marley; Dylan; Stones; Messi; Federer; Garrafa Sanchéz; Perón; Charly; Gatica; Gardel; Enana Noelia; Sacheri; Pachano; Feinmman; Cucurto y muchos más en un a programa aplaudido por la crítica y que el público no acompaña...
 
http://bitradio.com.ar/ 

viernes, 25 de enero de 2013

Para verte gambetear



....30 millones de negros transpirando en tu remera para jugar un mundial
más regalo que un cumpleaños, más premio que la quiniela, más baile que en carnaval
y en los barrios faltaban televisores para verte gambetear...