“Cristo ordenó:
"Recojan los pedazos que sobran, para que no se pierda nada" ( Jn
6.12);
Alicia
era catequista y me odiaba. Yo odiaba ir a catecismo. Todos los sábados por la
mañana intentaba fingir alguna dolencia, que me impedía caminar esas dos
malditas cuadras que separaban mi casa de la palabra benévola de nuestro señor Jesucristo.
Mi madre nunca me creyó.
No era, mi posición, una negación absoluta
ante el sentimiento religioso, yo le
pedía a Dios muchas cosas que no se cumplían pero en fin mucha gente lo hace,
tampoco era crítico de la iglesia como institución o cosas por el estilo que de
grande fueron utilizables para bueno, perdón la expresión; cagarme Dios, la
curía, el vaticano y la puta que vale la pena estar vivo.
La respuesta a mi obstinada negación en ese
momento, no era muy compleja, ya que
simplemente me gustaban los dinosaurios. Todas las semanas me compraban la revista Conozca más o Muy
interesante y leía ese material
que me proveía de mi especialidad en el mundo paleontológico: La extinción de
estos seres y las diversas teorías que intentaban responder el interrogante. Por
supuesto que esa era mi excusa para no leer las parábolas que Alicia ponía como
tarea.
Hoy
a lo lejos tengo cierta admiración por
Alicia. Porque ella estaba convencida,
creía en lo que decía, muchas veces en medio
del relato que compartía con esas mentes prontas a conocer el cuerpo de cristo,
lloraba, se emocionaba… era un gran espectáculo. Vivía en un mundo de
certezas.
Aquella
mañana, Alicia dijo que no era una mañana más, que pronto íbamos a tomar la
comunión, que la historia que nos iba a contar hoy era imprescindible para
nuestras vidas, relataría la multiplicación de los panes y los peces.
Yo
en el fondo intenté abstraerme a la revista que había llevado, una Conozca Más que preguntaba en su título:
¿Qué fue de ellos? y una manada de diplodocus caminado a lo lejos, sobre el
paisaje. Pero Alicia me descubrió. Me quitó bruscamente la revista. Me dijo que cómo podía ser, que no le parecía
bien que estuviera perdiendo el tiempo en clase.Me preguntó, qué tema se estaba
tratando en la clase, arriesgué:-“La multiplicación de los panes y los peces”
porque estaba escrito en el pizarrón. Si, pero qué parte, la de los peces aventuré
otra vez. Todos se rieron. Alicia se enojó conmigo y anotó algo en su cuaderno.
Probablemente esas notas se las mandaban a Dios para que las tenga en cuenta en
el juicio Final. No voy a ir al cielo desde entonces.
Un buen rato paso hablando de la importancia
de prestar atención, de lo significativo que era para cada uno de nosotros
comprender la palabra de Dios. Finalmente me preguntó si tenía alguna pregunta,
y yo tomé aire, coraje e intenté pensar cada palabra. Hubo silencio en el aula.
Dije: -¿A los dinosaurios los creo Dios?, me
miró con pena, y afirmo con la cabeza. Fui un poco más allá y le dije: -
Entonces el Bing-Bang… me cortó la
pregunta y afirmó que no tenía derecho a distraer a toda la clase. Entonces
Alicia siguió leyendo; “Cristo ordenó: "Recojan los pedazos que sobran,
para que no se pierda nada" (Jn 6.12); y se juntaron doce canastas de
sobras…
Y yo afortunadamente, sigo pensando en dinosaurios. Alicia
sigue en su país.