viernes, 1 de enero de 2010

Pan dulce


Publicado en Crítica de la Argentina el 31-12-2009

Pan dulce
Yo tenía un amigo que al culo de las mujeres le decía pan dulce. Desgraciadamente para todos los lectores no me referiré en esta oportunidad a ese pan dulce sino al verdadero, al pan dulce de Navidad y a un vendedor muy especial de la plaza Once.
Para las fiestas, la gente se pone como loca, sacan el monstruo tiránico y consumista que tienen dentro y se vienen al Once a gastarse los pocos mangos que les quedan. Siempre dije que a las fiestas habría que anularlas, son lo más contraproducente que existe, atentan contra la familia. Imagínense nomás que tíos y primos, suegros y demás deben verse las caras obligatoriamente para levantar la copa del año nuevo. Y gente que, tal vez, durante el año no se dan ni la hora. Viejos rencores, rencillas políticas, dramas familiares afloran en estas épocas. Y después viene lo peor, los días sin un mango, el 1, 2 y 3 de enero donde nadie tiene un peso y con la soga al cuello tomamos mate cocido esperando el 5, 6 y 7 para cobrar y volver –¡al fin!– a nuestra feliz normalidad, con las fiestas bien lejos.
Pero no todas las historias navideñas deben ser así, queridos lectores, también hay fiestas en paz, alegres, con la esperanza de que un mundo mejor es posible. Todavía es bueno y hasta necesario pensar que un gran país para construir entre todos nos espera. Y sólo por eso, ¿por qué no?, vale la pena levantar la copa de sidra otro año más.
No obstante, me quedé detenido, en la esquina de Once, pensando en esto y mirando al nenito vender los panes dulces.
–Comprame uno, grone –me dijo al verme parado como un gil.
–¿No serás un rati, vos? –me inquirió con sospecha al ver que no le respondía.
El niño me ofreció cada pan dulce a tres pesitos, de una marca desconocida; al principio los compré con desconfianza, tenía miedo de que sean panes dulces vencidos, que habían quedado del año pasado o pertenecieran a un plan asistencial que los gobiernos siempre arman para estas fechas.
¿Por qué debía pensar mal del niño? Tal vez, fueran panes dulces reales, de una fábrica que había decidido venderlos baratos y eso es todo.
Le compré tres y me volví a mi casa, casi contento.


Washington Cucurto es el seudónimo de Santiago Vega, poeta, narrador y editor argentino, nacido en Quilmes hacia 1973.Dirigió la editorial Eloísa Cartonera, un proyecto social que edita libros de cartón comprado a los cartoneros de Buenos Aires