domingo, 20 de diciembre de 2009

Ella y el

La noche caía en el barrio de los que no tienen voz. Estrella Roja jugaba un partido muy difícil, pero la oscuridad no era un obstáculo para conseguir una victoria. Como siempre en los momentos más cruciales, ella cayó en los pies de el. El tenía el pelo enrulado, sonrisa fresca y en sus ojos la chispa de sentirse ganador. ¡Un golazo!, ¡fue un golazo!, le dijo Goyo mientras trotaban al medio de la cancha con el partido ganado. Ya era tarde, y mañana había que ir a la escuela. El la tomo en sus brazos, intentó limpiarla un poco para que no lo reten en casa, la acarició, la besó, la miró y la puso bajo su brazo. Ella sintió su amor eterno, pensó que tanto había buscado por los rincones del planeta y finalmente había encontrado eso que algunos dicen que mueve al mundo. Y era el, en ese pobrerío. Tenía que ser en el. Ella quiso darle algo, sentía obligación de darle un don y coronar todo eso que todavía no sabía como se llamaba. Naturalmente no se lo pudo decir. El no lo supo en ese momento, pero ella le regaló un segundo más. Le ofreció ese don negado para el resto de los mortales. Comenzó a sospechar de ese poder, cuando dejó en el camino a tres rivales como si fueran maniquíes. Veía las jugadas antes. El era un segundo más rápido, ellos un segundo más lentos. De repente, muy rápido el era parte del Olimpo, las luces de todo eso no lo dejaron ver con claridad. Creyó que esa extraordinaria capacidad la tenía en todos los espacios de su vida. Pero no era así, sólo la tenía en la cancha y por eso cometió errores, se lastimó y sufrió. Por precipitarse, por ingenuo, por ser un humano, en el tiempo que le corresponde, sin ninguna alteración, y con pocas respuestas. Lo vieron llorar por eso, y como en todo amor pasa alguna vez, intentó odiarla. Pero no podía, ella lo había hecho tan feliz. Como ayer la acarició, la besó, recordó tantas cosas hermosas que habían hecho juntos. Nuevamente fueron uno, ella y el.