Tenemos el agrado de tener el adelanto de "Cuentos con Roña" próximo libro de Jorge "el Roña" Locomotora Castro. Columnista central de el gran boludo argentino. Próximamente en todas las librerías del país y del mundo exterior porque Shao Kanhn pidió varios ejemplares.
El AUTOR
Jorge Fernando "Locomotora" Castro (18 de agosto de 1967, Caleta Olivia,provincia de Santa Cruz) es un boxeador argentino, campeón mundial de la categoría "Middle / Medio (69 - 75 kg)", también conocido como "Roña", seguramente sea recordado, más que nada, por las acciones en su segunda defensa del título.
Ganó: 130 / 90 por KO
Perdió:11
3 Empates.
Sedentario
Quién
me iba a decir que el destino era esto
Ver la lluvia a través de
letras invertidas,
un paredón con manchas que parecen prohombres,
el techo de los ómnibus brillantes como peces
y esa melancolía que impregna las bocinas.
Aquí no hay cielo,
aquí no hay horizonte.
Hay una mesa grande para todos los brazos
y una silla que gira cuando quiero escaparme.
Otro día se acaba y el destino era esto.
Es raro que uno tenga tiempo de verse triste:
siempre suena una orden, un teléfono, un timbre,
y, claro, está prohibido llorar sobre los libros
porque no queda bien que la tinta se corra.
un paredón con manchas que parecen prohombres,
el techo de los ómnibus brillantes como peces
y esa melancolía que impregna las bocinas.
Aquí no hay cielo,
aquí no hay horizonte.
Hay una mesa grande para todos los brazos
y una silla que gira cuando quiero escaparme.
Otro día se acaba y el destino era esto.
Es raro que uno tenga tiempo de verse triste:
siempre suena una orden, un teléfono, un timbre,
y, claro, está prohibido llorar sobre los libros
porque no queda bien que la tinta se corra.
Mario
Benedetti “Angelus
El café se vuelca sobre unos papeles.Hasta el instante
anterior tenían importancia.
Mira la puerta entreabierta y se dirige allí sin
vacilación. Tropieza con la alfombra desecha, pero no se detiene. Camina entre
escritorios, en soledad, camina pensando que el traspié debe significar algo.
Necesita creer para irse y correr desesperadamente.
Colgado de un
fierro oxidado del techo de la cocina, que mantenimiento prometió ya hace dos años
que iba a cambiar. Ángel Genni, 53 años, casado, vendedor, dos hijos.
No hay aquí análisis
concienzudos de las condiciones de los trabajadores en éste mundo difícil,
agónico. Es simplemente una historia de una oficina que merece ser narrada porque
es más atípica y dolorosa que cualquiera de las otras oficinas de otros mundos.
El retrato de la multinacional,
un Aleph que contiene: Un pibe que estuvo de novio con Marcela Kloosterboer, un
estrella de fútbol que decidió ser administrativo, un chorro, un viejo que
canta tangos, un teólogo acosador de minas, un barrabrava, un judío renegado de
sus orígenes, un tipo con cara de
asesino, una mina ex presidiría, un gerente, un peronista, dos delegados, una
jefa de recursos humanos que odia a la gente, un buchón, dos conspiradores, una
persona eficiente, cuatro preocupados, muchos sobreocupados, uno que todos los
días se quiere ir a la casa, un jugador de póker, una tetona, un actor
frustrado, un periodista sin medio, un tipo sin miedo, una mujer apasionada,
una mujer desesperada, un desilusionado, un mudo y por sobre todo muchos sueños
rotos.
Ángel Genni decidió
suicidarse, y ahora tenemos un muerto en la oficina.
No dejo una carta
Genni, ni pistas, ni conversaciones para que alguno de sus compañeros pudiera
afirmar que la había visto venir, que ya sabía, que yo le dije y demás palabras
de redención que se dicen en situaciones como estas. No. Su familia no
encontraba explicación.
El gordo era el
mejor vendedor, estaba ganando como siete u ocho lucas con las comisiones,
Angelito, era de esos tipos que caen bien, que tienen ese don de reconocer a la
persona con la que está hablando y hacerle escuchar eso que necesita. Yo me sorprendía
cuando iba con él a visitar clientes. Era sin duda un gracia natural, porque el
gordo, perdón Ángel, no había estudiado y hasta se perdía los cursos de
negociación de la empresa, no iba, metía excusas y por supuesto nadie le decía
nada. ¿Quién le iba a decir algo?, si los resultados eran por lo menos
sorprendentes y eso es lo que vale acá o en un equipo de fútbol que juega en el
primer nivel. (...)
Te lo digo yo, que jugué hasta la reserva en Vélez, pero mi viejo se
peleó con el entrenador y no me querían dar el pase, bueno al fin y al cabo hay
mucha presión, muchos negocios que no te puedo explicar ahora porque estamos
hablando de esto y no de lo otro. Jugaba de enganche, tenía condiciones, sí y
es por eso que pienso que el gordo era un tiempista, un jugador diferente, si
esto fuera un equipo de fútbol. No lo puedo entender, podría haber sido
cualquiera de nosotros pero no él. (...)
(...) Tenemos gran respaldo
en el exterior y unos recursos más que importantes. Yo siempre digo que acá el
quiere crecer lo puede lograr sin duda, te lo digo por experiencia. Vos me ves
acá hoy, pero no siempre fue así, no, no, yo era técnico ayudante y mira con
esfuerzo con convicción lo logré. Trabajo y más trabajo. Eso digo siempre yo. Yo
lo digo porque sé que es así, es así, por eso exijo porque se que siempre se
puede un poco más y mi tarea es maximizar y establecer metas superadoras para uno
y toda la compañía. Trabajo y más trabajo y más me quiero ir a mí casa, ganarme
la lotería, irme bien a la mierda a no hacer nada. Porque sabes, hacer nada es
lo único que nos queda, rascarse bien los huevos, yo trabajo acá hace 17 años y
comprendí que más allá de cualquier teoría revolucionaria, lo único que nos
queda a tipos como yo es ser improductivo, ese es el verdadero combate, no hay
otro, ya que nos quitaron todas la banderas y las ilusiones a sangre y fuego.
Yo no trabajo, soy caro, no cumplo horario, me enfermo con frecuencia de
anginas y hasta de stress laboral con certificación de un profesional de la
psicología de dudosa idoneidad. En fin, también odio a mis compañeros, pero ese
es otro tema compañeros, nos juntamos aquí para definir si le ponemos a la
cocina “Ángel Esteban Genni” en conmemoración de nuestro compañero que decidió
quitarse la vida, ah, pero no, pero yo creía que habían llegado al punto
máximo, pero siempre tienen para más,
siempre van por más, nos juntamos para charlar sobre lo que pasó con Angelito,
pero lo que acabo de escuchar es por los menos patético, vos sos patético te lo
tenía que decir, no me faltes el respeto, vos no me lo faltes a mí y a toda
ésta manga de empleaduchos sin ningún tipo de criterio, por qué no le ponemos a
la impresora “Angelito Genni”, dale sería bueno que vayas a imprimir y lo
recuerdes constantemente. En la asamblea no se decidió nada y los insultos
cruzados entre los trabajadores y sus representantes gremiales no valen la pena
reproducirse.
La idea vino de
repente galopando por mí inconsciente hasta llegar hasta la gestación de la idea, luego las palabras y la
acción de decir: Al gordo lo mataron.
Ahí, en ese momento,
comenzó una de las obsesiones de mí vida. (...)
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