sábado, 31 de julio de 2010

Aníbal


Desde adolescente Aníbal es gordito, su abuela, si estuviera viva, diría que es de “huesos grandes”. En cambio sus compañeros serían más crueles.
Ha intentando esconderla, disimularla, provocarle una indiferencia tal que la elimine un día y para siempre. Hizo dieta, se compró pastillas mágicas, intentó correr no se sabe a dónde. Pero no. Ella flácida, por delante de sus pies, siempre está presente y no quiere escapar.




Ha intentado enojarse con quienes le decían gordo, decirles que él no les decía narigones, petisos, sin culo, boludos o sincerebro si era necesario ser hiriente, debido a la búsqueda fallida de defectos físicos a la vista. Pero como siempre nuestro héroe perdía la batalla. Olvidé decirles que Aníbal era un héroe. Sí, uno panzón, pero héroe al fin.
-Estás más flaco.
-¿Te parece?
-Si gordo, estás más flaco.
-Bueno gracias… que se yo…
Observó que la mayoría de la gente no le preguntaba cómo estaba y si afirmaba que estaba más delgado, que era entonces directamente proporcional al bienestar o algún tipo de felicidad.



Gordo. Gula. Quién cometió el pecado de excederse y no puede ocultarlo, porque su consecuencia está ahí al alcance de la vista de todos. Porque si, porque es así, a los gordos no los quieren las minas, los amigos no lo llaman por su nombre sin antes nombrar su cúmulo de grasa, sus compañeros de fútbol protestan porque su estado atlético deplorable.
Tal vez por ese rechazo mancomunado, es que Aníbal, sufría como el debilucho de Peter Parker o más aún porque no había esperanza de una hamburguesa radioactiva que le brinde la fuerza de mil hombres.
Además él no quería ser un hombre hamburguesa.
Y resulta que al fin se convirtió en un héroe, cuando por fin se dio cuenta de un gran poder escondido en su interior: Los podía mandar a la mierda. A todos esos que ven una panza antes que a la persona, a los estereotipos de la publicidad y la gente que los forma y deforma. Fue una revelación. Nadie supo de ese grito íntimo, pero tampoco importaba.
El último contacto que tuve con Aníbal, debo decirles que me estremeció, llamo a mi casa en la madrugada y me dijo con voz decidida que estaba reclutando gordos, culones, narigones, petisos, muy altos, muy flacos y todos aquellos que sientan que sus cualidades no están a la vista. Dijo también que acordaron en llamarse el “Ejercito revolucionario de los imperfectos” y que estaban decididos a tomar la belleza por asalto, que eran la mayoría y estaban en todos lados o algo así que no entendí muy bien. Me invitó a enrolarme y le dije que como él bien sabía no me gustan los extremismos, que además estaba comiendo sano, estaba haciendo ejercicio, que… me cortó el teléfono sin decirme nada o me dijo mucho más con ese silencio.
No será vencido en Zama y no lleva consigo ningún veneno. Éste Aníbal tiene mucho porque vivir.

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