viernes, 25 de junio de 2010

JEFE

Yo odio al jefe.
No a al actual precisamente o si…
Odio a quién sea jefe.
Solo por serlo, por asumir ese rol, por creérselo.

Y es un odio moderado. Porque no lo puedo manifestar en nueve horas, en cada día, en cada semana.
Es un odio compasivo. Porque sé que el también tiene un jefe.
Un jefe al que también odia.

Así es, que todos nos odiamos.
Porque todos tenemos jefes.
Y así es que, de ese odio a veces surgen cosas hermosas como los poemas de oficina de Benedetti.
O ideologías revolucionarias para librar al mundo de los jefes.

No señor, todavía no lo hice.
Estaba perdiendo el tiempo en odiarlo.
No volverá a ocurrir señor, se lo prometo.
Por lo menos hasta mañana.


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