miércoles, 9 de junio de 2010

Ella y el.

La noche caía en el barrio de los que no tienen voz. Estrella Roja jugaba un partido difícil. La oscuridad no era un obstáculo para conseguir una victoria, pero por sobre todo para jugar. En los momentos más cruciales, ella cayó en los pies de el.
El tenía el pelo enrulado, sonrisa fresca y en sus ojos la chispa de sentirse ganador. ¡Un golazo!, ¡fue un golazo!, le dijo Goyo mientras trotaban al medio de la cancha con el partido ganado. Ya era tarde, y mañana había que ir a la escuela. El la tomo en sus brazos, intentó limpiarla un poco para que no lo reten en casa, la acarició, la besó, la miró y la puso bajo su brazo. Ella sintió su amor eterno, pensó que tanto había buscado por los rincones del planeta y finalmente había encontrado eso que algunos dicen que mueve al mundo, había encontrado el amor. Y era el, en ese pobrerío. Tenía que ser en el. Ella quiso darle algo, sentía obligación de darle un don. Naturalmente no se lo pudo decir. El no lo supo en ese momento, pero ella le regaló un segundo más. Si, un segundo más.
Le ofreció ese don negado para el resto de los humanos futbolistas. Un día el comenzó a sospechar de ese poder, cuando dejó en el camino a cuatro rivales como si fueran maniquíes. Veía las jugadas antes, era un segundo más rápido, todos ellos un segundo más lentos. De repente, muy rápido el era parte del Olimpo, y las luces de todo eso no lo dejaron ver con claridad.
Creyó que esa extraordinaria capacidad la tenía en todos los espacios de su vida. Pero no era así, sólo la tenía en la cancha y por eso cometió errores, se lastimó y sufrió. Por precipitarse, por ingenuo, por ser humano, en el tiempo que le corresponde, sin ninguna alteración, y con pocas respuestas. Lo vieron llorar por eso, y como en todo amor pasa alguna vez, intentó odiarla. Pero no podía, ella lo había hecho tan feliz. Como ayer la acarició, la besó, recordó tantas cosas hermosas que habían hecho juntos. Nuevamente fueron uno, ella y el.
Y arranca el genio del fútbol mundial…



Ojalá juguemos un mundial con la pelota al piso, con la inteligencia genuina del potrero.... ¿Diego podrás jugar un ratito?

1 comentario:

  1. La pelota NO se mancha!
    Muy bueno amigo, me quedo con la parte que dice... "se lastimó y sufrió. Por precipitarse, por ingenuo, por ser humano".Creo que sobre todo POR SER HUMANO!

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