domingo, 27 de septiembre de 2009

La columna con Roña








El mono relojero Not dead

"Tomo para no enamorarme...me enamoro para no tomar"

Mirtha Legrand-Conductora y golpista

En 1996 el entonces gobernador bonaerense Eduardo Duhalde impulsó una ley que limitaba a los boliches a cerrar a las 3 de la mañana y a los bares media hora después. Para 1998 la medida estaba sin efecto porque nadie la cumplía y también en ese año Kapanga comenzaba a sonar con varios hits entre ellos una canción que se volvió un himno de protesta y de repudio a la medida duhaldista: El Mono Relojero que en sus estrofas le gritaba al poder “andate a dormir vos/yo quiero estar de la cabeza/poder tomar una cerveza/y emborrachar mi corazón/Dejate de joder/si estás mas duro que una mesa/pero yo estoy de la cabeza/somos los dueños del reloj”.
Hoy como ayer el gobernador Scioli impulsa la medida para que los boliches tengan que cerrar a las 5.30 de la mañana y una hora antes dejan de vender bebidas alcohólicas. Sus impulsores dicen que esto evitaría la violencia que se suceden en los boliches todos los fines de semana, generadas por el alto consumo de alcohol entre la juventud. Por lo menos es una medida con una estrechez de mente que no puede ocultarse y asusta, porque implica un razonamiento simple, básico, chato y básico: “El alcohol es la semilla de la violencia, por lo tanto expidamos menos alcohol, cerremos los boliches antes y así, de esa manera diminuirá la violencia”. En principio no puede demonizarse el alcohol, porque la violencia ejercida hacía los jóvenes tiene forma de exclusión, de falta de perspectivas para el futuro. Eso es verdadera violencia.
Por otra parte la ley propuesta sólo rige para el territorio bonaerense y no para la capital, entonces los jóvenes irán para capital. Se queda a mitad de camino.
Históricamente una ley que restringe los derechos individuales contemplados por cualquier democracia más o menos normal, tiene un efecto contraproducente. Por citar como ejemplo la “ley seca” que rigió en los Estados Unidos, permitió un fabuloso negocio ilegal para las mafias y un incremento mayor de bebidas.
Por otra parte el antecedente de 1996, cuando el entonces gobernador de Buenos Aires, Eduardo Duhalde, impulso el cierre de locales nocturnos a las 3 de la mañana, para 1998 nadie lo cumplía. El negocio de la noche es grande y sus dueños muy poderosos.
Por último, específicamente y yendo a la situación de que el boliche cierra a las 5.30 pone el peligro a los chicos que asisten a bailar, porque a esa hora la frecuencia de colectivos no es la normal y por eso estarían desprotegidos, en la calle y sin regresar a sus casas.
Es un parche, una medida que responde a el pensamiento pacato y retrograda de algunos sectores sociales, esos que piden “mano dura”, “seguridad” y todas esas proclamas que ven en el síntoma, llámese violencia, delincuencia juvenil, drogas como el verdadero y único factor a solucionar. No realizan un esfuerzo intelectual o por lo menos simplemente cuestionarse por qué los jóvenes tienen la necesidad de matarse a trompadas. Pero que esos reclamos existan no es tan cuestionable, lo que preocupa es que los legisladores también tienen un pensamiento de “emparche”, jamás a largo plazo. Se quedan a mitad de camino una y mil veces más.