jueves, 18 de julio de 2013

Otra vez

Otra vez. Imposible.

Corrí con él a la par, unos diez metros, por el costado del área grande, forcejeando, casi llegamos a la línea de fondo, ya lo tenía medido: La patada sería desleal, sería el hombre más puteado de la cancha. Pero me importaba muy poco. Otra vez. Técnicamente imposible. El tipo frena donde la inercia y las leyes de la naturaleza afirman que no, no se puede, no se debe. Su cuerpo levemente llegando a los cuarenta y cinco grados va hacía adentro. Yo, hace milésimas eternas de segundo, que estoy pensado como los miles que están en el estadio, que ese mortal, no llega, que se le escapa, que no puede ser, que pasó, que llegó, otra vez y me dejó como un hombre mirando al sudeste. 

Otra vez. Engancha Orteguita y lo seguirá haciendo hasta el final de nuestros días.

martes, 9 de julio de 2013

Los argentinos moscas

El club Villa Tranquila no puede jactarse de su limpieza. Es un club de barrio, pequeño, amable, dominado por los viejos, con una cancha de bochas, un buffet, una cancha de fútbol cinco y mugre. Mucha. En cada rincón.
 Jamás, como hombre más o menos honesto, recomendaría un pebete de jamón y queso o una hamburguesa completa de la cocina del club. No quiero tener ese carga en mi vida. Podría decirles que en la comisión directiva, las moscas son las socias mayoritarias. Ellas sobrevuelan como una gran ejercito las instalaciones. Algún vez un viejo gritó, mientras jugaba su decimoséptima partida de truco y su tercer medida de Whisky, que ¿Por qué carajos las moscas no pagaban la cuota social mensual?
Rondan las moscas sin temor.Y entonces, a veces es mejor no recordar. Porque yo entré a la cocina, cuando Tita me hizo pasar a buscar un poco de hielo, para el golpe del Melli en la rodilla producto de una de la centenares llegadas a destiempo de Leo.

Hay cosas que debe uno olvidar y otras que conviene tenerlas siempre a mano. Como cuando el mocho un viejo del club, me explicó la teoría de la moscas. El octogenario afirmó con fervor etílico “Vio lo que pasa con las moscas… estás lo más tranquilo, viene una mosca y te empieza a joder, uno naturalmente la espanta con el brazo. Ella se va. Pero luego de un rato vuelve al mismo lugar, y es en ese sitio donde seguramente morirá… aplastada por nuestra torpe mano. En definitiva abatida por su propia estupidez”. Luego el mocho rememoró sus vivencias, como todo viejo. Pero conjeturó que los argentinos tenemos la misma lógica que las moscas y soltó su baranda a vino barato como así también sus verdades y heridas: "Yo recién escuché algunos muchachos que decían: “A estos negros hay que matarlos a todos”; “Que vayan a trabajar a su país”; “Acá nadie quiere laburar”; “Estos zurdos de mierda”… y cosas así que los ubican en el lugar más cómodo:la ignorancia más profunda y manifiesta, el encanto simplificador, totalizador del no pensamiento. A comprar la carne podrida de los grandes grupos económicos-periodísticos… no sé si me llegas a entender…”
-Sí, sí, creo que sí. Pero igual lo dicen en joda los muchachos…no les interesa mucho la política...
El mocho asintió con la cabeza. Pidió una medida de Branca.
Estaba apoyado sobre la mesa de naipes. Cerró lo ojos, meditó un momento con la mano en la barbilla y largó:-Puede ser...pero en definitiva sabotean a su propio país. Son como las moscas… que olvidan quién quiso dañarlas, que no reconocen la mano del enemigo y que por sobre todo, mi buen amigo, por sobre todo comen… comen mierda…