sábado, 18 de agosto de 2012

Potencias de la Cosa Nostra



Cuando Marlon Brando encarnó al arquetípico Vito Corleone en El Padrino, daba la impresión de que ningún otro mafioso de ficción podría jamás dejar una huella comparable en el imaginario colectivo: Don Vito era el arquetipo definitivo de jefe de la Cosa Nostra, el molde por el que se terminarían cortando los personajes similares que surgieron más tarde. Pero bastantes años después, para sorpresa de todos —en primer lugar, para sorpresa de él mismo— el hasta entonces poco conocido actor secundario James Gandolfini consiguió lo impensable. En la serie de televisión Los Soprano se metió en la piel un jefe mafioso bastante distinto a Vito Corleone, y en ciertos aspectos más realista, con el que consiguió construirr un nuevo arquetipo de jefe mafioso cuyo peso no desmerece demasiado de aquel que encarnó Brando. Pero imaginemos que estos dos mafiosos de ficción tuviesen que enfrentarse cara a cara en la vida real, que cada uno de ellos dirigiese una organización criminal en el mismo lugar y en la misma época: ¿Se llevarían bien?¿Qué tan distintos son entre sí? ¿Cómo viven el uno y el otro los diversos aspectos de la vida?

NOTA COMPLETA
http://www.jotdown.es/2012/08/tony-soprano-vs-vito-corleone/

Grisel


viernes, 10 de agosto de 2012

Ella y El


La noche caía en el barrio . Estrella Roja jugaba un partido difícil. La oscuridad no era un obstáculo para conseguir una victoria, pero por sobre todo para jugar. En los momentos más cruciales, ella cayó en los pies de el.
El tenía el pelo enrulado, sonrisa fresca y en sus ojos la chispa de sentirse ganador. ¡Un golazo!, ¡fue un golazo!, le dijo Goyo mientras trotaban al medio de la cancha con el partido ganado. Ya era tarde, y mañana había que ir a la escuela. El la tomo en sus brazos, intentó limpiarla un poco para que no lo reten en casa, la acarició, la besó, la miró y la puso bajo su brazo. Ella sintió su amor eterno, pensó que tanto había buscado por los rincones del planeta y finalmente había encontrado eso que algunos dicen que mueve al mundo, había encontrado el amor. Y era el, en ese pobrerío. Tenía que ser en el.

Ella quiso darle algo, sentía obligación de darle un don. Naturalmente no se lo pudo decir. El no lo supo en ese momento, pero ella le regaló un segundo más. Si, un segundo más.
Le ofreció ese don negado para el resto de los humanos futbolistas. Un día el comenzó a sospechar de ese poder, cuando dejó en el camino a cuatro rivales como si fueran maniquíes. Veía las jugadas antes, era un segundo más rápido, todos ellos un segundo más lentos. Un sugundo más, uno menos esa es la cuestión.

De repente, muy rápido él era parte del Olimpo, y las luces de todo eso no lo dejaron ver con claridad.
Creyó que esa extraordinaria capacidad la tenía en todos los espacios de su vida. Pero no era así, sólo la tenía en la cancha y por eso cometió errores, se lastimó y sufrió. Por precipitarse, por ingenuo, por ser humano, en el tiempo que le corresponde, sin ninguna alteración, y con pocas respuestas. Lo vieron llorar por eso, y como en todo amor pasa alguna vez, intentó odiarla. Pero no podía, ella lo había hecho tan feliz.
Como ayer la acarició y recordó tantas cosas hermosas que habían hecho juntos.
Nuevamente fueron uno, ella y el.
Y arranca el genio del fútbol mundial…