sábado, 25 de julio de 2009

El NO periodismo Caiga Quien Caiga

Notero: -¿Es verdad que le dicen aloe vera?

Fucionario:- No, ¿Por qué?

Notero: -Porque cada vez que lo estudian tiene más y más propiedades.


Es graciosa la pregunta del cronista, uno se ríe y es por así decirlo una pequeña justicia ante un político sospechado de corrupción, rico en propiedades y pobre en escrúpulos. Pero no es periodismo, es tan solo un show o tal vez una corriente que se llama No periodismo.


Esto es una práctica constante del programa CQC (Caiga quien Caiga) que sostiene su contenido en el terreno de las no entrevistas, las no preguntas, inclusive en las no investigaciones. Un programa exitoso en argentina que exportó su formato a varios países entre los que se destacan España, Chile y Estados Unidos.
La semana pasada el ciclo fue noticia en los medios argentinos o mejor dicho su notero, ahora conductor Gonzálo Rodríguez, porque sufrió la agresión del Intendente de la localidad de El Bolsón Oscar Romera, éste lo tomo del cuello y se generó una situación patética en la que el notero sorprendido le preguntaba si le iba pegar y el Intendente sacado le proponía una pelea frente a las cámaras. A la deplorable situación se llegó porque CQC fue a la ciudad rionegrina a denunciar al Intendente porque quería trasladar el aeródromo que se encuentra en la localidad y por lo tanto iba a dejar a la ciudad incomunicada ante cualquier emergencia o un desastre natural como un incendio forestal. Hubo un plebiscito no vinculante y por el 76% los vecinos de la ciudad le dijeron no al traslado de la pista. Por otra parte se conocía la posibilidad de que en el lugar de la pista se realizará un negocio inmobiliario de 200 millones de dólares y para colmo de males una radio local opositora a la medida municipal fue sospechosamente quemada. El gobierno municipal desconoció la voluntad popular y según CQC iba a realizar el traslado de la pista. Todos los caminos nos llevan a la corrupción y códigos mafiosos de un funcionario público, nada extraño y nuevo bajo el sol. Allí fue el periodista disfrazado de avioncito al encuentro del Intendente para hacer justicia, para enfrentar la corrupción. Pero se encontró con una reacción imprevista. Ante las preguntas que le hacía el cronista, Romera incrementaba su furia: insultó, empujó y le saltó la térmica, cuando un productor detrás de cámara dijo – Acá quemaron una radio, que si bien fue una acusación directa para el intendente, es como que si le dijeran a un tipo que es cajero: - En la caja falta plata. No te están diciendo chorro pero… en fin el notero fue tomado del cuello por Romera, a la salida partidarios del Intendente lo putearon, etc. No se justifica de ningún modo la reacción violenta, pero ¿no es acaso lo que se busca en un talk show? Pobre gonzalito… el sólo se disfrazo de avión para hacer periodismo del mejor… pero no logró hablar sobre Joseph “Joe” Lewis, sexta fortuna británica que quiere la pista de aviones para su “modesta” casita en Lago Escondido o de la relación de Joe con Romera, o menos una editorial que reflexionará sobre la neo-colonización de la Patagonia en manos extranjeras. Nada, no consiguieron nada salvo unos dedos marcados en el cuello, mucha audiencia eso si, pero ninguna información nueva.
Las asociaciones periodísticas se solidarizaron con Gonzálo Rodríguez y los medios hablaron de la libertad de prensa y condenaron la actitud boxística que tomó el loco Intendente. Lo cierto es que el No periodismo, busca el ridículo en el entrevistado, lo provoca y no logra nada absolutamente, nada a nivel periodístico, el tipo se enoja no contesta y se va, llevándose con él la posibilidad de preguntar, una palabra que significa: explorar, buscar, indagar y encontrar.
Para mí el periodismo consiste en darle la posibilidad al panadero del barrio para que le pregunte al Ministro de economía porque su comercio está en bancarrota, o qué el pobre cuestioné al funcionario por su pasar y pesar. En suma creo que es un servicio que le da voz al que no tiene, al que no puede. Para eso hay que estar con los cinco sentidos despiertos o por lo menos intentarlo con pasión y profesionalismo: encontrar lo oculto y que nuestros entrevistados puedan sacarse el cassette y desembuchar lo que no tenía programado decir. El mejor camino son las preguntas, las buenas preguntas, esas que llevan al Ministro a un terreno cordial, de intimidad en la que su coraza dura y técnica se gaste paulatinamente hasta que frágil y dócil diga lo que verdaderamente piensa y lo que todos suponíamos.
El No periodismo es muchas veces confundido con un periodismo incisivo que no deja hablar al entrevistado, que ataca con preguntas incomodas y supuestamente comprometidas, que se desentiende de lo que dice el Ministro y solo piensa en una repregunta convertida en una flecha venenosa directa al corazón. También lo caracterizan como riesgoso y eso es una mentira, porque no investigan, no tocan intereses solo se indignan como cualquier vecina barrial que sale a barrer la calle todas la mañanas.
Una frase de José Comas que está pegada en mí escritorio y es una máxima para quien intenta ser el día de mañana un buen periodista dice: “No se trata de decir que fulano de tal es un hijo de puta sino cómo, cuándo, dónde y por qué su madre ejerce la prostitución”. De eso se trata creo yo y el No periodismo tiene pocas respuestas ante éste desafío, tan escasas como las preguntas que hace.


jueves, 23 de julio de 2009

Los noticiosos y el frío

Ayer en Buenos Aires hizo frío. Mucho frío. ¿Es natural los grados bajo cero?, ¿ Tendrá algo que ver el cambio climático?... en verdad no lo sé y nadie se lo preguntó al menos. Pero ayer los noticieros estuvieron 30 minutos "cubriendo" el frío, la posibilidad de nieve, de copos de nieve y la felicidad que eso conlleva para los grandes y chicos que podrán sentirse en una street de New York a pesar de que vivan en una oscura calle del Gran Buenos Aires. Así como dos viejas que se cruzan: ¿Vio el frío que hace doña?, Si señora ya lo ví o mejor lo sentí.

Hay que llenar espacios con nieve o con su posibilidad... y si cada vez más frío y seguro vedrán los records de bajas temperaturas. Luego llegará el veranito: "Ola de calor", el mes de enero fue el más caluroso en los últimos 575 años, sigue el calor en Buenos Aires... ¡Basta! me voy rumbo a la puerta y después a un boliche en la esquina... mentes perezosas, pajerismo intelectual, cómo entender que esos contenidos puedan mantener la atención del televidente.

¿Che habrá frío mañana?

martes, 21 de julio de 2009

Club Juventud Unida


Si a usted lo invitan a ver al glorioso Juventud Unida, tendrá que en principio llevar el dinero justo para la entrada para no sufrir el acoso en la boletería de los hinchas y aprenderse el cancionero del lobo rojo para no quedar en desequilibrio con la masa crítica y creativa a la que llaman Los pibes del boske:
"Del lobo yo soy borracho me llaman,
te sigo en las buenas, te sigo en las malas,
ésta pasión no se compara, ésta pasión no se compara
porque tomo vino y cerveza
estoy de la cabeza...
del lobo yo soy... (repite tres veces)"
La canción fue reconocida en el programa de Tyc Sports "El aguante" y habla de la problemática del alchol en gel de los jóvenes que asisten al estadio Franco Muggeri.
" Ole, ole,ole,ole, ola
Solo te pido que me vengas a buscar"
La hinchada visitante grita y comunica las ganas de compartir un grato momento con sus pares de la otra parcialidad.
"Solidaridad para el rayo que se va,
solidaridad para el rayo que se va,
ese es un equipo, esa es una hinchada a desafiliar"
El Rayo Rojo es el Club Muñiz y al descender de la última categoria del fútbol argentino queda desafiliado por un año de la AFA y no puede jugar. Los hinchas del lobo son solidarios y están para lo que necesiten los rivales del barrio.
En la próxima entrega canciones agresivas y que pueden herir la sensibilidad del lector como por ejemplo:
"Soy del lobo rojo, vago y atorrante,
me gustan las putas y los estímulantes,
vos sos un cartero, negro de la villa
a vos te gusta el jugo y Ricky Maravilla,
me siento bien, me siento bien,
porque soy del lobo me siento bien" (Ritmo de "Me siento bien" de Horacio Fontova)

jueves, 16 de julio de 2009

La conspiración

Es un tipo con tanta seguridad, todo lo hacía verosímil. Yo su amigo, muchas veces ponía en cuestión su virtud-defecto de encontrar la conspiración a todo suceso de conocimiento público o no tanto.
Todo era un complot, un plan, una intriga y un drama que solo los lúcidos como él podía leer y ver claramente entre líneas.
Esa noche le comenté, algo que me indignaba de las películas: Los malos siempre tardan. Tardan cuando van a matar al muchacho bueno de la película, se entretienen explicándoles los malignos que son y muchas veces los planes futuros que tienen. En fin, los malos prorrogan su acto de maldad y siempre terminan perdiendo. No es que yo quiera una venganza masiva de los villanos de las películas, tengo una ética que me lo impide, pero porqué se dará esto le pregunte…
-Pero si… más vale es toda una mafia. Están tapando otra cosa… me extraña de vos.
-¿Qué cosa? ¿Cuál es la mafia?
– Y mira, los malos no ganan en la ficción porque es todo un manejo un arreglo… nos quieren hacer creer que son giles… y cuándo te das vuelta ¡zas!, cagaste estás culo pá arriba.
- Bueno… si, si, ya sé pero es lo que te decía de la maquinaría hollywodense que nos quieren estupidizar… pero vos estás loco… por favor pero te das vuelta y ¡zas!, dejate de joder boludo… ¿qué me vas a venir con el cuento de que los malos de las películas existen en la vida real?
- Y si aunque no lo creas es así… la realidad es como una revancha para los villanos. En una película muy pocas veces ganan, casi nunca. Por eso es que necesitan un lugar en el cual desplegar su violencia, egoísmo y su ímpetu criminal, ese lugar amigo es la vida real en la cual vos y yo transitamos.
Me fui dando un portazo. Ya no aguanté más su locura y mentiras, lo mandé al psiquiatra, a un curandero y le dije que deje la bebida. Según Flavio me iba a cruzar con el capitán garfio al tomarme el 60, en una calle oscura Destructor de las tortugas ninjas me iba a destrozar a piñas o el guasón me esperaba en casa escondido para hacerme boleta. Está loco, pensé mientras caminaba por el barrio… de pronto un rubiecito de pelo cortito me pidió fuego. No lo había visto, apareció así como de la nada. Saque el encendedor, el tipo lo agarró y me miró con sus ojos azules metálicos. Era policía, pero no de la bonaerense porque era flaco ni de la federal porque… Vos sos John Connor me dijo. Pero no flaco qué tomaste, le dije asustado y previendo que me iba a afanar.
Sos John Connor afirmó de nuevo. Me tomo del brazo y me arrinconó contra la pared. Tenía una fuerza sobrehumana y no me podía soltar por más que forcejeaba. Levantó su mano hasta su hombro y observé con terror que su dedo se alargaba lentamente en dirección a mí frente.
¡Soy Carlos Tacacho!, ¡Soy Carlos Tacacho!, no conozco a Connor, no tengo nada que ver, le suplicaba llorando… escuché de pronto un golpe y vi a Flavio que me gritó: ¡Corre boludo!
Los terminaitors en la vida real no corren rápido como en las películas y pronto estuvimos fuera de peligro.
No sé si la historia existió, a veces uno puede dirigir los sueños a su capricho, pero me puse a pensar cuántas veces mí amigo Flavio me había salvado la vida con cosas muy pequeñas; escuchándome hasta no poder más, diciéndome que confiaba en mí o afirmar sin anestesia que estaba hecho un tremendo pelotudo. Muchas veces me había salvado de esos terminaitors que tiene la vida y yo había hecho lo mismo con él.
Lo llamé con urgencia le tenía que agradecer:
- ¡Qué haces loco! ¡Feliz día capo!
- ¡Gracias hermano! ¡Igualmente!, mira que soy boludo eh… me doblé el tobillo cuando corríamos.

viernes, 3 de julio de 2009

La pelota manchada






Toda la noche había luchado con mi conciencia y me decidí. Era una cosa o la otra. Sabía que alrededor mío iban a producirse todas las conjeturas posibles. Tenía la certeza de que mí carrera como futbolista iba a finalizar en ese partido.
Llegue primero e intenté no hablar con ninguno de los muchachos, pero tuve que conversar con alguno de ellos que se cambiaba rápidamente para empezar el partido. Hoy ganamos turquito dale que si hoy ganamos entramos al reducido me dijo el cordobés, dije que sí, que hoy los pasábamos por arriba, que hoy era el día…
Estaba decidido. Los problemas de mi padre en el negocio cada vez crecían más y más. Si mi viejo no pagaba lo mataban. Era así de trágico y simple, el tipo que me dio todo, que me acompañó siempre. Por eso yo arreglé para que apuesten por una derrota segura.
Ya salíamos del vestuario y como siempre estaban ellos, lo barras, que también nos daban indicaciones. Con la cabeza gacha y mirando los guantes escuché cosas como hay que poner huevo, hay que ganar, gracias muchachos, vamos carajo. La voz era del bicho, el jefe de la tribu, el más violento, el más hijo de puta, un tipo que todo el partido estaba de espaldas a la cancha y se enteraba de las peripecias del partido por avalanchas, griterío o alguna puteada. Siempre de espaldas a la cancha, de espaldas al fútbol. Sólo era barra brava, era su vida y profesión. Me abrazó y me dijo:- Turco, vos sabes lo que tenes que hacer. Y yo sabía y eso me torturaba.
En la cancha había muchos testigos, había mucha gente que me vio crecer. En el primer tiempo no me llego ni una pelota. Era un partido típico, de pelotazos y patadas, así es el ascenso argentino. Con solo empatar entrábamos al reducido. Escuché de la tribuna: - Vamos turquito que ganamos. Flor de hijo de puta pensé. La plata que me prometieron era la suficiente para que pueda pagar esos cheques de mi viejo. Pero quién era el hijo de puta. Yo sólo pensaba en el viejo.
El segundo tiempo fue lo más parecido a una batalla, en la que me vino a la mente esas luchas cuerpo a cuerpo, de la película de Mel Gibson que no me acuerdo como se llama. Patadas brutales, manotazos a la cara y piñas en los corners como mínima agresión. La pelota quedaba en un segundo plano. Así es el ascenso me dijo una vez el profe Brandoni “Pego luego existo”.
Y no llegaba una pelota difícil. Ni una pelota al arco. Yo transpiraba y lloraba por la suerte del viejo. Adicionaron 4 minutos, la tribuna festejaba como loca clasificamos al reducido. Los pelotudos de mís defensores tiraron el orsai y Gamarro se venia con pelota dominada a mí arco. Llego adentro del área grande. Cerré los ojos. Me tire antes de tiempo. Escuché el ruido del caño, escuché el lamento “uhhhhhh”, escuché también el ruido de hueso roto. La pelota se estrelló en el palo. Pero mi zaguero central, el salvaje defensor llamando Américo Toledo rompió toda la pierna de Gamarro, era tibia y peroné según supe después. Penal. Tiempo cumplido. Y yo como el mejor actor puteaba a Toledo, y le agradecía por dentro.
La cancha me suplicaba atajarlo. Todas las miradas puestas en mí. Todas las esperanzas y suplicas se dirigían a este arquero que no lo quería atajar. No podía quedarme parado, era obvio para que el engaño sea lo más verdadero posible, que me tenía que jugar a una punta. Entonces pateó. El viejo escuchaba la radio en el negocio, me tiré a la izquierda con todo mi impulso, dos tipos encapuchados entraron a la ferretería, aterrorizado vi que la pelota venía directo a mi cuerpo, mi viejo suplicaba, lloraba, pedía por su vida, la pelota choco con mi estomago, escuché gritos desde el piso, mis compañeros se me tiraron encima. A lo lejos unos pájaros emprendían vuelo asustados por un disparo.

Avenidas Imaginando


Fue de casualidad que nos vimos en el bajo, cerca del correo central, yo estaba apurado sin motivo, me gritaron, me dí vuelta y era ella: mail, celular, tus cosas bien, si si bien, bueno nos vemos, dale si nos vemos, chau, besos y saludos.
Estaba linda como siempre y yo dije boludeces, se me trabó la lengua, me puse nervioso y mientras ella naturalmente me contó, entre el verde y el rojo del semáforo, su vida actual yo soltaba con parquedad variaciones de “mira vos”, “mira que bueno”, “no me digas”… Y se fue.
Imaginé mientras cruzaba Alem la situación perfecta. En esa proyección yo hablaba pausado, seguro y tranquilo, ella me miraba y asentía. Era un tipo interesante en esa conversación. – ¡Que haces pedazo de pelotudo! me gritó un tachero que agresivamente me volvió a la realidad: estaba cruzando una avenida del centro, casi me pisa el señor taxista y la había visto a ella.
La esperé. Me prendí un pucho y miraba atentamente la pelea de box de la tele del bar. Llegó, me saludó y me interrogó acerca de hace cuántos años que no nos veíamos. Hablaba mucho igual que siempre, bailó mucho me contó, hombres insensibles le rompieron el corazón y tenía muchos cosas que hacer. Me dijo al pasar que se acordaba de un cumpleaños en el que nos abrazamos. Y eso que soltó como si nada, como una lágrima, era un suceso trascendente en mi vida, pero no se lo dije porque bruscamente me preguntó por antiguas y muertas amistades. Yo sólo la miraba monologar.
Miró el reloj, se tenía que ir. Me dijo que era su mejor amigo y que estaría bueno vernos seguido y que bueno habernos encontrado y la reputa madre que lo re mil parió pensé, pero sonreía diciendo que si, que claro, dale nos vemos otro día. Era un ministro sin cartera, un eterno jugador suplente, era su amigo y ella me contaba que con fulano no se podía hablar de las cosas que hablaba conmigo. Me ofendí luego de un rato, pero ella se había ido una vez más.
Desde entonces decidí adorarla desde lejos y de vez en cuando cruzar avenidas imaginado. Porque como me dijo un sabio del club Villa Tranquila luego de una partida de truco:-Amigos… amigos son los huevos.